La gigantesca victoria de Rajoy sobre el separatismo es convertirlo en interlocutor para una reforma constitucional que Mas ya se ha apresurado a exigir. El presidente ha hecho como con ETA, oxígeno y dinero para retrasar el problema. Mas aparece como derrotado en el Congreso pero capitaneará la revuelta callejera y será el interlocutor oficial entre los desmanteladores del Estado. Un enemigo.
Mañana, o pasado, saltará en pedazos la unidad estratégica del PSOE y PP y los socialistas se unirán a los separatistas en su reivindicación de reforma constitucional. Y para entonces el PP ya no tendrá mayoría absoluta.
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